Artistas santandereanos en la colección del Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, MAMB
Leonardo Caballero Piza
Historiador y Artista Visual. Magíster en Artes, Cultura y Lenguajes
Presentación
I. Representaciones del cuerpo
II. Intereses por el paisaje y la naturaleza
III. Apropiación objetual
IV. Figuración abstracta
V. Fotografia Documental
VI. Laboratorios de investigación + creación
Cierre y referencia
En esta selección de obras de la colección del MAMB revisaremos brevemente las series fotográficas que allí son conservadas. El Museo de Arte Moderno de Bucaramanga MAMB recibió en su colección no únicamente fotografías documentales, sino la memoria y el patrimonio visual de la región, ya que estas imágenes registran desde sus gentes, sus campos y sus ciudades los paisajes naturales y culturales que mayoritariamente responden a lecturas del territorio santandereano.
En ese sentido, estas fotografías no son únicamente imágenes del pasado, sino además patrimonios artísticos y documentales, ya que por su materialidad, poética y usos que guarda, también funciona como un documento histórico para una construcción futura de historias de la región. ¿Cuál es la importancia de la fotografía en la colección y por qué puede reconocerse como patrimonio artístico local?
La apreciación estética de estas imágenes requiere la comprensión de la fotografía como documento histórico y un objeto que guarda la memoria visual del territorio, por lo tanto, es necesario el diálogo técnico y poético con algunos postulados para comprender la importancia de preservar las visualidades del pasado y numerar algunas de las fotografías que integran una colección dedicada a las artes plásticas y visuales. Más allá de su valor artístico y formal, con este ejercicio se busca comprender el valor simbólico de estas fotografías antes de profundizar en su estética.
El historiador cultural Peter Burke (2005) afirma que «las imágenes nos permiten “imaginar” el pasado de un modo más vivo» (p. 17), lo que implica que estas fotografías se convierten en parte de la cultura visual que representa la memoria regional y al mismo tiempo permiten reconstruir parte del pasado, a partir de una fuente histórica más dinámica y menos estática que un documento escrito, por cuanto la imagen revela otras cosas que solo la subjetividad y las experiencias de los espectadores pueden descifrar. Varias historias pueden esconderse en una fotografía, ya que en ella pueden resurgir diferentes relatos en torno a los recuerdos que la memoria colectiva pueda encontrar en esas imágenes. Como anuncia Susan Sontag (2006), con la fotografía podríamos confirmar las cosas de las cuales dudamos (p. 18) y, por lo tanto, la preservación fotográfica de los lugares retratados produce diferentes recuerdos y resignifica esos lugares de memoria que «incitan a la ensoñación» (p. 33) a estar y ser partícipes de la fotografía.
Vale la pena anotar las apreciaciones que la historiadora brasileña Maria Ciavatta (2002) realiza sobre la fotografía como fuente histórica: «la imagen fotográfica actuaría como punto de partida de la memoria sintetizando el sentimiento de pertenencia la familia, a un grupo, a un determinado pasado» (p. 32, traducción propia). Para Ciavatta, la fotografía, sus imágenes y relatos visuales pueden convertirse en herramientas fundamentales para recuperar la memoria colectiva, la memoria de la comunidad y de la sociedad santandereana, que necesita visualizar estas imágenes como patrimonio artístico y documental, punto de partida para la reconstrucción y el reconocimiento de la historia local.
Entre las fotografías de la colección encontramos intereses por las personas, el paisaje urbano y la naturaleza. Óscar Martínez (Bogotá, 1947) residió por mucho tiempo en Bucaramanga y como artista foráneo retrató movimientos sociales y la cotidianidad de las zonas rurales del departamento. Su fotografía «Sindicato de trabajadores agrícolas del Socorro» (fig. 59) es una foto emblemática para la historia de la lucha popular de la década de 1980, que documenta uno de los movimientos sociales de la región, con lo que Martínez se afirma como un artista político. Mario Zafra (Bucaramanga,1947 – 2016) fotografió una «Tabaquera» (fig. 60) en una serie titulada «Girón no se borró del mapa», la cual data de 2004. Saberes y oficios del pueblo vecino de Bucaramanga se han ido olvidando y algunos resisten a través de estas prácticas de producción artesanal. Sobre Jaime Ardila (Bucaramanga, 1942), el museo cuenta con una amplia colección fotográfica, sus retratos se centran, mayoritariamente, en capturar gestos de las personas que pareciera retratar desprevenidamente. Su obra retrata y critica la clase política, denuncia la propaganda, al mismo tiempo que procura la poética en la gente común. Entre sus obras, vale la pena revisar aquí las fotografías tituladas «Joven en teléfono público y propaganda electoral» (fig. 61) y «Señora con anteojos oscuros y botón electoral» (fig. 62), esta última ganadora de una mención en el XXVII Salón Nacional de Artistas en 1978.
De la gente, se da paso a la documentación de la ciudad. En este punto encontramos que en la colección algunas fotografías retratan paisajes urbanos, de grandes y pequeñas ciudades, registrándose así la memoria visual de estos lugares, que podrían ser patrimonio. Carlos Eslava (Pamplona, 1936 – Bucaramanga, 2014), por ejemplo, realiza panorámicas de los lugares que visita. En «Girón – parque principal» (fig. 63) quedó registrada la panorámica y organización urbana de su centro histórico. Freddy Barbosa (Ocaña, 1959) también recurre a las representaciones coloniales de la Villa de San Juan de Girón, fotografiando el «Templo principal» (fig. 64), desde el plano inferior, realzando la monumentalidad de las torres de la iglesia, frente a un cielo despejado que se proyecta imponente en la escena. Estas fotografías también forman parte de la serie «Girón no se borró del mapa», un proyecto ejecutado en el 2004, que reunió a varios fotógrafos buscaba representar tipos y costumbres de la villa colonial. Entre otras fotografías de la colección, encontramos una gran variedad de fotografías documentales de Hólguer López (Bucaramanga, 1953), quien a finales de la década de 1990 retrató lugares públicos de Bucaramanga y realizó otras panorámicas emblemáticas con las que buscaba exponer el desarrollo urbano de la ciudad, como se evidencia en su fotografía «Panorámica Cabecera del Llano» (fig. 65) y la fotografía al «Auditorio Luis A. Calvo» (fig. 66) de la Universidad Industrial de Santander.
Todas estas imágenes tienen un elemento común que las hace ser parte de esta curaduría sobre historia del arte regional. Muchas imágenes corresponden a momentos en que ya existía la fotografía a color, pero este grupo resistió a la policromía y en algunos casos buscaron la poética de la escala de grises para dar un toque histórico y nostálgico a la valoración de los lugares y las acciones convertidas en imágenes. Al respecto, el antropólogo James Clifford (2009) menciona que las fotografías en blanco y negro hacen referencia al pasado, mientras que las fotografías a color representan la modernidad (p. 266). Según lo anterior, pareciera que estos fotógrafos mirasen a Bucaramanga como una tierra llena de momentos especiales, a partir de sus historias de vida, creando imágenes que buscan despertar la añoranza y sentimientos identitarios hacia el territorio.
Restan en esta colección fotográfica imágenes que recurren al color como lenguaje fotográfico, que además retratan la naturaleza, a modo de expedicionarios buscando nuevas especies; ya no como los viajeros de la Expedición Botánica del siglo XVIII o los acuarelistas de la comisión corográfica de la segunda mitad del siglo XIX, sino dotados con los equipos contemporáneos para esta vez contemplar la flora y no explotarla. En esta categoría, Óscar Martínez aparece, nuevamente, con una fotografía de los «Estoraques» (fig. 67), considerados patrimonio natural nacional. Jorge William Sánchez Latorre (Mutiscua, 1952), por su parte, retrata los frailejones del Páramo de Santurbán (fig. 68), en tanto Diego Ribero (Ciénaga de San Silvestre, 1944) recorre largos trayectos de Santander para encontrar la poética en una serie de Ceibas Barrigonas que bajo el nombre de «Los fantasmas del Chicamocha» (figs. 69 – 72), retrata estos árboles como si fueran una colección de entidades que desarrollan una personalidad en el paisaje del cañón, haciendo uso de un ángulo de contrapicada.
Los anteriores fotógrafos figuran en la colección del MAMB con más registros, trayéndose a este diálogo únicamente aquellas imágenes que de alguna manera pueden sintetizar lo que significó su ejercicio como artistas del lente. Tratar temas relacionados con la naturaleza lleva a identificar como patrimonio algunos lugares y especies, mientras que el retrato de la gente y su cotidiano se da de manera desapercibida, en el mismo afán de no extraer a estos sujetos de sus rutinas diarias.